domingo, 20 de marzo de 2011

CRITICAS LITERARIAS

La narrativa de la Violencia está representada por numerosas creaciones de diversos autores. Consideramos que será bastante fructífero abarcar la gran parte de las novelas de este género, puesto que cada libro refleja otro punto de vista sobre distintos acontecimientos o fenómenos sociales, pero en su conjunto nos permitirán constituir una imagen completa de esta época y observar sus consecuencias, los cambios en la reacción de la sociedad colombiana. Hemos incluido en nuestro estudio creaciones más sobresalientes, según nuestro criterio, desde la primera novela de este género, publicada en 1951, hasta la obra más reciente, editada en 1981 . De entre los libros creados en los primeros tres años nos referimos a El 9 de abril, de Pedro Gómez Correa; El gran Burundún Burundá ha muerto, de Jorge Zalamea; El Cristo de espalda, de Eduardo Caballero Calderón; El día del odio, de J. A. Osorio Lizarazo; Viento seco, de Daniel Caicedo; Viernes 9, de Ignacio Gómez Dávila. Del ano 1954, cuando aparecieron con más abundancia los títulos de este género, comentaremos: Siervo sin tierra, de Eduardo Caballero Calderón; Horizontes cerrados, de Fernán Munoz Jiménez; Progrom, de Galo Velásquez Valencia; Tierra sin Dios, de Julio Ortiz Márquez; Lo que el Cielo no perdona, de Ernesto León Herrera; Raza de Caín, de Rubio Zacuén; Las guerrillas del Llano, de Eduardo Franco Isaza; Sin tierra para morir, de Eduardo Santa; Los cuervos ti enen hambre, de Carlos Esguerra Flórez; Tierra asolada, de Fernando Ponce de León; El exiliado, de Aristides Ojeda Z. Todavia durante la época de la Violencia fueron publicadas las novelas seleccionadas: El monstruo, de Alberto Castano; El monstruo, de Carlos H. Pareja; El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel Garcia Márquez. De entre las novelas editadas después del ano 1958 hasta los tiempos actuales, hemos elegido: Cadenas de violencia, de Francisco Gómez Valderrama; Un campesino sin regreso, de Euclides Jaramillo A.; Quién dijo miedo, de Jaime Sanin Echeverri; Marca de ratas, de Arturo Echeverry Mejia; Carretera al mar, de Tulio Bayer; La mala hora, de Gabriel Garcia Márquez; Detrás del rostro, de Manuel Zapata Olivella; El día señalado, de Manuel Mejia Vallejo; Manuel Pacho, de E. Caballero Calderón; Guerrilleros, buenos días, de Jorge Vásquez Santos; La rebelión de las ratas, de Fernando Soto Aparicio; Diálogos en la Reina del Mar, de J. J. Garcia; Cien años de soledad, de G. Garcia Márquez; El campo y el fuego, de Clemente Airó; Cóndores no entierran todos los días, de Gustavo Álvarez Gardeazábal; El otoño del patriarca, de G. Garcia Márquez; Años de fuga, de Plinio Apulevo Mendoza; y Crónica de una muerte anunciada, de G. Garcia Márquez. Todos estos textos son diferentes en sus estructuras y estilos, pero los une un fuerte lazo temático: la Violencia en todos sus matices. Además de ser creaciones artísticas son expresiones de la conciencia social y la memoria colectiva. La pluralidad constituye una unidad homogénea.

REVISTA LITERARIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
VILMA ARENAS

viernes, 18 de marzo de 2011

zoro

RESUMEN
PRIMERA PARTE
 
Zoro narra la historia de un niño de la selva que, en compañía de un anciano negro y un ave tente, busca a su pueblo en un viaje lleno de aventuras. A lo largo de su recorrido encuentra un tigre de cristal que canta, pasa por un bosque de animales y se hace amigo de un águila de hielo, hasta que gracias a su esfuerzo, llega a us destino.
Relata las aventuras de un pequeño niño indígena que después de una serie de aventuras fantásticas, se reencuentra de nuevo con su familia.
Cuando ZORO y su familia regresaban de un viaje por la selva, en su canoa, son atacados por personas y al creer que el niño esta muerto, lo dejan a la deriva. Al despertar ZORO se da cuenta que esta solo pero no se desespera por cuanto conoce bien la selva, el pájaro que su abuelo le había regalado, este es un tente que según la mitología de su abuelo, es mas fiel que un perro y protege a su dueño, especialmente a los niños cuando están en peligro. ZORO se propone encontrar a los suyos con la ayuda del pájaro tente, sale del rió y se mete a la selva en busca de alimentos, cae en un trampa y queda atrapado con el ave, luego tres hombres lo llevan para ponerlo a trabajar con ellos, ZORO les pregunta por que los hacen prisioneros, un hombre alto y flaco lo manda callar diciéndole que nadie le ha dado permiso al hablar, luego lo llevan selva adentro hasta llegar a un sitio donde varios hombres trabajan en silencio, ZORO vuelve a preguntar sobre lo que tienes que hacer, pero el hombre flaco, de un ojo verde y el otro violeta, le pega con su látigo y le dice que debe callar, y le indica el trabajo que debe hacer, el cual es limpiar la tierra que sale del rió en busca de piedras preciosas.

A escondidas de sus captores logra entablar amistad con un hombre negro, el cual le aconseja que debe hacer caso a sus captores, ZORO le dice que esta dispuesto a escaparse. Después de la huída, ZORO y sus amigos viven una serie de aventuras fantásticas en las cuales aparecen animales y personas que les ayudan y enemigos que los persiguen, así siguen su camino hasta que un día alcanzaron a divisar las casas de su pueblo. El pájaro tente voló y se posó en el centro de la aldea, todos lo reconocieron y salieron a darles la bienvenida, ahí estaba su madre Melide, su padre Zirocauta, sus abuelos y todos los demás. Después de tres semanas de su regreso su amigo amadeo le dijo que tenia que marcharse para reunirse con los suyos.
 
DEICY  SANDOVAL.

sábado, 12 de marzo de 2011

autor y su obra






JULIO FLOREZ

Primeros años
A los 7 años escribió sus primeros versos conocidos. En 1881 ingresó a estudiar Literatura al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, pero no culminó sus estudios debido a la guerra civil de 1885. Su padre fue político liberal, Gobernador del Departamento de Boyacá y Representante a la Cámara. Su hermano Leónidas fue herido gravemente en una manifestación y falleció 4 años después por las secuelas. Julio mismo era un liberal convencido y a pesar de su difícil situación económica rechazó varias veces posiciones ofrecidas por el gobierno conservador, como un cargo en la Biblioteca Nacional o un consulado en el exterior.
Amigo de otros dos grandes poetas de la época: Candelario Obeso y José Asunción Silva. Candelario era repudiado por la aristocracia por ser de raza negra y por rechazar los reglamentos impuestos por la iglesia Católica y la sociedad bogotana. En 1884 se suicidó y en su sepelio, Julio Flórez, de sólo 17 años, exaltó su memoria en versos emocionados. Es considerado uno de los mejores poetas de Colombia.

 Del exilio al triunfo

En 1905, el dictador Rafael Reyes «le aconsejó» irse del país, ante «la ola de murmullos contra él», que lo señalaban como «sacrílego, blasfemo y apóstata». Flórez marchó a Caracas, donde publicó Cardos y lirios y La Araña. Luego viajó por Centroamérica y México. En El Salvador publicó Manojo de zarzas y Cesta de lotos. El éxilio fue el trampolín del éxito, la fama de Flórez se hizo internacional y ocurrió lo inesperado: en 1907 su enemigo Reyes lo nombró segundo secretario de la Legación de Colombia en España y Flórez aceptó.
Publicó Fronda Lírica, en Madrid en 1908, y Gotas de Ajenjo, en Barcelona en 1909, año que regresó a Colombia, presentando un recital en Barranquilla.

Últimos Años

A su regreso en 1909 a Colombiá, Flórez se retiró al municipio de Usiacurí, en el departamento del Atlántico, a tomar una cura de sus aguas medicinales. En ese pueblo se enamoró de una colegiala de 14 años de edad, Petrona, con quien comenzó un idilio, quedándose a vivir en este sitio por el resto de su vida, salvo algunas salidas esporádicas para realizar funciones o por enfermedad.
En 1910 regreso a Bogotá, donde se presentó en una función en el Teatro Colón, durante las celebraciones del primer centenario de la Independencia de Colombia. Luego de Inmediatamente después de esta presentación, Flórez se ausentó de la capital, a la que regresó en muy contadas ocasiones para ofrecer recitales poéticos, del mismo modo como lo hizo a nivel nacional y, más frecuentemente, en la vecina ciudad de Barranquilla.
En la aldea de Usiacurí llevó una vida de hogareña, al lado de su esposa Petrona y sus cinco hijos: Cielo, León Julio, Divina, Lira y Hugo Flórez Moreno. Para el mantenimiento de la familia, se dedicó a labores agrícolas y ganaderas a pequeña escala. En esa época le inicio una enfermedad de la cual no se tiene certeza, pero se cree que se trato de un cáncer que le deformo el rostro afectándole la mandíbula izquierda y dificultándole el habla. Finalmente falleció el 7 de febrero de 1923 en el poblado de Usiacurí a la edad de 55 años.

En 1883 Flórez publicó su primer libro de poesía, Horas, cuyo título le sugirió José Asunción Silva. Flórez comprendió bien el espíritu de su amigo y su rechazo al ambiente bogotano, que le fuera tan hostil a quien algunos apodaban "José Presunción Silva". Cuando se suicidó Silva, en 1886, Flórez declamó en sus funerales una elegía que fue condenada como blasfémica por el obispo de Bogotá, quien propinó al poeta una seria amonestación al respecto.
Su fama como trovador y personaje romántico seguía creciendo. En 1895 ya había logrado superar las dos grandes desventajas del hombre colombiano: el ser provinciano y el ser pobre. Su valor personal y su arte lo habían colocado muy alto en el panorama cultural, los críticos locales más exigentes se ocupaban de su obra, su presencia era solicitada en los círculos exclusivos de la sociedad capitalina.
Las damas suspiraban o se sonrojaban a su paso, los jóvenes lo envidiaban y los escritores nóveles viajaban a Bogotá con la ilusión de conocer "al Divino Flórez", como lo llamaría "su amigo y admirador Guillermo Valencia" al dedicarle su libro Cigüeñas blancas, o escucharlo cantar (acompañado de su guitarra o al piano por su amigo el maestro Emilio Murillo), la
famosa canción "Mis flores negras", cuya paternidad musical ha sido tan discutida, no así la de su texto, que ha quedado consagrado como suyo.
Flórez se había convertido en el bardo de moda, amado por el pueblo porque sabía pulsar la fibra de los sentimientos de su raza. Sin embargo, su falta de cuidado y su generosidad en la entrega de sus producciones repentinas, a "tipleros y serenateros", originó que muchos poemas no terminados ni corregidos ni pulidos fueran publicados sin su permiso y siguieran circulando, lo que ocasionó un menoscabo en el nivel de calidad de su obra. Sobre este tema el severo crítico Maximiliano Grillo dijo, en 1895: "Admiramos en Flórez el poeta natural que hace estrofas armoniosas, de contornos puros, compuestas no al calor de una inspiración desordenada, sino en horas de recogimiento, cuando parece olvidarse del aplauso pasajero".
Flórez también se ocupaba de los destinos del partido y blandía su pluma para participar en las luchas liberales con que la oposición intentaba rescatar un poder que permanecería perdido durante 43 años. Flórez llegó a convertirse en el poeta de los soldados en el frente e "hizo sonar siempre las cuerdas de su lira en favor de las más nobles causas políticas y sociales", según conceptos del general Rafael Uribe Uribe, cuando en 1912 le agradeció su libro de lírica heroica, Flecha roja. Pero su poesía comprometida hizo que fuera perseguido y reducido a prisión en varias ocasiones JULIETH AVELLA

Mundo roto

Fernando Soto Aparicio (Santa Rosa de Viterbo, Boyacá, 11 de octubre de 1933) es un poeta, escritor y guionista de televisión colombiano.
En Agosto de 1950 publica su primera obra llamada Himno a la Patria. En 1960 ganó un premio internacional en Madrid con su novela Los bienaventurados y en 1962 el premio Selecciones Lengua Española con su obra “La Rebelión de las Ratas”. Ha sido Premio Casa de las Américas en 1970 y Premio Ciudad de Murcia en 1971.


 
RODRIGO FONSECA


 

saludo

muchachos animo, los siento un poco desanimado

viernes, 4 de marzo de 2011

SALUDO

HOLA MUCHACHOS, A LOS QUE FALTAN PUBLICAR SU BIOGRAFIA ANIMO TODACIA SE PUEDE, EL BLOG ES DE TODOS, ASI QUE A MANTENERLO ACTUALIZADO.


miércoles, 2 de marzo de 2011

Viaje a la Claridad

FERNANDO SOTO APARICIO
Nacimiento11 de octubre de 193 (77 años)
Santa Rosa de Viterbo, Boyacá, Colombia
OcupaciónPoeta, Escritor y Guionista
NacionalidadColombiana

Nació en la población de Socha, Departamento de Boyacá pero cuando tenía tan solo 4 meses de edad, sus padres se trasladaron a vivir a Santa Rosa de Viterbo, escenario de las luchas sostenidas por los hombres del cacique Tundama contra el invasor Gonzalo Jiménez de Quesada. Aquí en este pueblo lleno de fantasías, cantos, campesinos es en donde discurren sus primeros años de vida, su niñez y su juventud.
Ha dedicado toda su vida al ejercicio de la palabra. Cincuenta y cinco libros publicados, centenares de artículos en periódicos y revistas del país y de otros idiomas y latitudes, guiones para cine, y cerca de cinco mil libretos para programas dramatizados de televisión, así lo certifican. Además, en numerosos escenarios del exterior, y en casi todos los rincones del país, ha hecho presencia con sus conferencias, talleres, tertulias y conversatorios, entre docentes, particulares y estudiantes de distintos niveles, tanto en primaria como en secundaria y en los diferentes procesos universitarios de pregrado, posgrados y especializaciones. Ha cultivado con la misma pasión y fortuna los más disímiles géneros literarios: novelas, poemas, cuentos, obras de teatro, literatura infantil y juvenil. Sus libros poseen una extraña vigencia, y es así como obras publicadas hace medio siglo siguen leyéndose porque no han perdido actualidad, y son testimonios vivos, beligerantes, combativos, de la realidad colombiana y de la dolorosa historia de América. Su prosa tiene el poder de la denuncia, pues Soto Aparicio nunca le ha tenido miedo a la verdad, porque considera que el escritor es el vocero de una sociedad muda; su poesía es cálida y comunicante, y hace años que en diferentes sitios de nuestro idioma los enamorados la utilizan para manifestar sus sentimientos y llegar, con el poder de las palabras, hasta la persona que aman; la cólera, la ironía y el humor negro, y casi siempre una honda vena de ternura y de esperanza, son características esenciales de su trabajo, así como la devoción por la mujer, ciudadana por excelencia de un mundo al que sólo ella podrá reconstruir desde las ruinas.

El "Maestro", nombrado así por muchos escritores ha recibido a lo largo de su vida innumerables condecoraciones y ha sido objeto de muchos homenajes en alusión a su gran trabajo como uno de los principales exponentes de la literatura colombiana.

En Agosto en 1950 publica su primera obra llamada Himno a la Patria. En 1960 gano un premio internacional en Madrid con su novela los bienaventurados y en 1962 el premio Selecciones Lengua Española con su obra “ La Rebelión de las Ratas”. Ha sido Premio Casa de las Américas en 1970 y Premio Ciudad de Murcia en 1971. Además en los últimos años la Alcaldía Local de Engativa lo condecoró con 'la Orden Civil al Mérito' reconociendo su vida como escritor y su dedicación y entrega al arte de la letras.

Las obras de Fernando Soto Aparicio exploran a la sociedad en todas sus facetas posibles retratando la relación de los individuos los poderes (religioso, jurídico, económico, militar).
Con más de 60 años de vida literaria, el maestro Soto Aparicio hoy en día vive una vida sosegada, en la cual trabaja, lee y algunas veces dicta clase.



 Victor Julio Fonseca Ochoa

martes, 1 de marzo de 2011

zoro

Jairo Aníbal Niño
Jairo Aníbal Niño  nació en Moniquirá -  Boyacá , el  5 de septiembre de 1941. En Bogotá, el 30 de agosto del  2010,  fue un escritor, poeta y dramaturgo colombiano, que se destacó principalmente en el campo de la literatura infantil y juvenil.

Biografía
Comenzó estudiando en Bucaramanga, pero abandonó sus estudios. Incursionó primero en las artes plásticas y en la pintura. Fue miembro del grupo de pintores La Mancha. Posteriormente fue actor, director de teatro, titiritero y dramaturgo. Fue profesor universitario y director de grupos universitarios de teatro. Escribió más de 40 obras y ocasionalmente firmaba sus textos con el seudónimo de Amadeo Zoro. Perteneció a diversos grupos de teatro llamados "de protesta" y al Teatro Libre de Bogotá. En 1988 ocupó el cargo de director de la Biblioteca Nacional de Colombia.
Durante su trayectoria literaria obtuvo el Premio Nacional de Literatura Enka (1977), el Premio para Guiones de Cortometraje de Focine (1980) y el Premio Iberoamericano Chamán (1990), su obra Preguntario fue destacada en la Lista de Honor de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (1992), el premio Cuchilo Canario de Narración (1996), y el Premio Caracol al Mérito, otorgado por la Asociación Mexicana de Narradores.
Algunas de sus obras de teatro más reconocidas son El golpe de estado, El monte calvo, Las bodas de plata y Efraín González; entre sus guiones para cine se destacan Efraín González, ganador en el concurso de guiones para largometraje argumental convocado por Focine, y El manantial de las fieras. Dentro de sus cuentos infantiles se destacan De las Alas Caracolí, Dalia y Zazir, La alegría de querer, Aviador Santiago y Zoro; entre su producción también se destaca colecciones de relatos cortos como Puro pueblo y Toda la vida, entre otras.  Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas incluyendo el inglés, francés, alemán y portugués.
DEICY ALEJANDRA SANDOVAL LACHE.
profe martha se me presento un problema y no puede pasar la imagen del autor espero me pueda excusar gracias.

SIERVO SIN TIERRA


Eduardo Caballero Calderón

Eduardo Caballero Calderón
EduardoCaballeroCalderon.jpg
Nacimiento6 de marzo de 1910
Bogotá, Colombia
Fallecimiento3 de abril de 1993
Bogotá, Colombia
NacionalidadBandera de Colombia Colombiano
OcupaciónEscritor y periodista
Conocido porSwann
Eduardo Caballero Calderón fue un reconocido escritor y periodista colombiano.[1]

 Biografía

Estudió en el Gimnasio Moderno, fundado por su tío Agustín Nieto Caballero; Como muchos periodistas de la época, ingresó a la facultad de Derecho en la Universidad Externado de Colombia, pero abandonó esta carrera para dedicarse a lo que más le gustaba y apasionaba: el periodismo. Su amor por el oficio lo heredó de su familia, sobre todo de su padre, Lucas Caballero Barrera.
El primer periódico en donde escribió oficialmente fue El Espectador, pero poco tiempo después se vinculó a El Tiempo, en donde se hizo cargo de una columna durante casi toda su vida –firmada bajo el seudónimo de "Swann"– y que lo llevó a dirigir, años después, el suplemento literario del periódico.
Caballero Calderón siempre fue identificado por su rigidez y su dominio de la técnica a la hora de escribir. Su estilo impecable, en el que predomina el ensayo como su género de preferencia, lo lleva a mencionar, en sus obras, sus experiencias como político y diplomático.
Desempeñó cargos diplomáticos en Lima, Madrid, Buenos Aires y París; fue embajador de Colombia ante la UNESCO; diputado de las Asambleas de Boyacá y Cundinamarca; representante a la Cámara y primer alcalde del municipio de Tipacoque, Boyacá, en 1968.
Viajó como corresponsal por Sudamérica y escribió una serie de crónicas en las que se manifiestan ya los temas principales de sus novelas: el mestizaje y la relación campo-ciudad. Algunas de sus publicaciones son los ensayos Suramérica, Tierra del hombre (1944), Latinoamérica un mundo por hacer (1944), Breviario de don Quijote (1947), Ancha es Castilla (1950), Americanos y europeos (1956), Historia privada de los colombianos (1960). Los temas de la violencia colombiana, la condición infrahumana de los desposeídos, las pasiones primitivas, el amor a la tierra y la vida campesina aparecen en la mayoría de sus obras.[2]
En 1939 contrae matrimonio con Isabel Holguín Dávila, con quien tuvo cuatro hijos: María del Carmen (1942), Luis (1943), Antonio (1945) y Beatriz (1948).
En 1980 la muerte de su esposa afianzó la relación con su hija Beatriz Caballero Holguín, quien publicó en el año 2004 el libro "Papá y yo" donde incluyó fotografías familiares y describió detalles de la vida al lado de su padre.[3]
Su hermano Lucas Caballero Calderón, más conocido como "Klim", también fue escritor y periodista.
Tras su muerte en Bogotá, sus cenizas fueron llevadas a la capilla de Tipacoque.
El Ministerio de Cultura de Colombia declaró el año 2010 como el Año Caballero Calderón, como homenaje póstumo al autor por su valiosa contribución con la cultura del país.



CRITICAS LITERARIAS

La narrativa de la Violencia está representada por numerosas creaciones de diversos autores. Consideramos que será bastante fructífero abarcar la gran parte de las novelas de este género, puesto que cada libro refleja otro punto de vista sobre distintos acontecimientos o fenómenos sociales, pero en su conjunto nos permitirán constituir una imagen completa de esta época y observar sus consecuencias, los cambios en la reacción de la sociedad colombiana. Hemos incluido en nuestro estudio creaciones más sobresalientes, según nuestro criterio, desde la primera novela de este género, publicada en 1951, hasta la obra más reciente, editada en 1981 . De entre los libros creados en los primeros tres años nos referimos a El 9 de abril, de Pedro Gómez Correa; El gran Burundún Burundá ha muerto, de Jorge Zalamea; El Cristo de espalda, de Eduardo Caballero Calderón; El día del odio, de J. A. Osorio Lizarazo; Viento seco, de Daniel Caicedo; Viernes 9, de Ignacio Gómez Dávila. Del ano 1954, cuando aparecieron con más abundancia los títulos de este género, comentaremos: Siervo sin tierra, de Eduardo Caballero Calderón; Horizontes cerrados, de Fernán Munoz Jiménez; Progrom, de Galo Velásquez Valencia; Tierra sin Dios, de Julio Ortiz Márquez; Lo que el Cielo no perdona, de Ernesto León Herrera; Raza de Caín, de Rubio Zacuén; Las guerrillas del Llano, de Eduardo Franco Isaza; Sin tierra para morir, de Eduardo Santa; Los cuervos ti enen hambre, de Carlos Esguerra Flórez; Tierra asolada, de Fernando Ponce de León; El exiliado, de Aristides Ojeda Z. Todavia durante la época de la Violencia fueron publicadas las novelas seleccionadas: El monstruo, de Alberto Castano; El monstruo, de Carlos H. Pareja; El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel Garcia Márquez. De entre las novelas editadas después del ano 1958 hasta los tiempos actuales, hemos elegido: Cadenas de violencia, de Francisco Gómez Valderrama; Un campesino sin regreso, de Euclides Jaramillo A.; Quién dijo miedo, de Jaime Sanin Echeverri; Marca de ratas, de Arturo Echeverry Mejia; Carretera al mar, de Tulio Bayer; La mala hora, de Gabriel Garcia Márquez; Detrás del rostro, de Manuel Zapata Olivella; El día señalado, de Manuel Mejia Vallejo; Manuel Pacho, de E. Caballero Calderón; Guerrilleros, buenos días, de Jorge Vásquez Santos; La rebelión de las ratas, de Fernando Soto Aparicio; Diálogos en la Reina del Mar, de J. J. Garcia; Cien años de soledad, de G. Garcia Márquez; El campo y el fuego, de Clemente Airó; Cóndores no entierran todos los días, de Gustavo Álvarez Gardeazábal; El otoño del patriarca, de G. Garcia Márquez; Años de fuga, de Plinio Apulevo Mendoza; y Crónica de una muerte anunciada, de G. Garcia Márquez. Todos estos textos son diferentes en sus estructuras y estilos, pero los une un fuerte lazo temático: la Violencia en todos sus matices. Además de ser creaciones artísticas son expresiones de la conciencia social y la memoria colectiva. La pluralidad constituye una unidad homogénea